Toda la creación del universo se basa en el perfecto equilibrio de las energías que lo manifiestan.

El universo entero busca siempre la armonía y el equilibrio de sus energías para mantenerse en balance.
Si observamos detenidamente los ciclos de la naturaleza, podemos observar cómo ésta es tan maravillosa que siempre consigue armonizar y equilibrar la vida en la Tierra. Nosotros, seres humanos, no somos diferentes a la naturaleza, en cierto modo somos más que la naturaleza, una imagen exacta del macrocosmos, una imagen del universo.

Si tenemos en cuenta que nuestra vida es un hermoso baile de diferentes energías, podemos deducir naturalmente que también necesitamos buscar el equilibrio de esas energías para lograr una existencia armónica con todo nuestro entorno. Los pensamientos son energía, las emociones son energía, los alimentos que ingerimos son energía, el entorno en el que vivimos libera energía y la naturaleza libera energía. Todo es energía.
Cuando vivimos en entornos difíciles o cuando nos dejamos decaer con pensamientos de tristeza, envidia, ira, desilusión, etc. , estamos alterando el fluir armónico de nuestra propia energía. Y no solo nos estamos perjudicando a nosotros mismos con eso, sino que también estamos perjudicando a todo el entorno que nos rodea.

Pongamos en el ejemplo de un cubo de agua. Es muy fácil llenar un cubo de agua con lodo y ensuciar toda el agua contenida en el cubo, pero es muy difícil volver a limpiar ese agua una vez que se haya ensuciado con el lodo. De la misma manera sucede con nosotros. Es muy fácil «contaminar» nuestra propia energía y «contaminar» la energía de nuestro entorno, pero es muy difícil «purificar» esa energía. Todo mejora a nuestro alrededor cuando dejamos de emitir energías que desequilibran la armonía del medio. No somos individuos aislados, somos parte de un todo común y todo lo que hacemos, decimos o pensamos tiene un impacto en nuestro entorno, ya sea directo o indirecto.

Desde el mismo comienzo y origen del ser humano, los Vedas han establecido lo que se conoce como Sanatana-dharma, el deber prescrito para todo ser humano. Este conjunto de normas, deberes y regulaciones, no solo se enfoca en el ámbito de la vida material, sino que trasciende hacia a un nivel eterno y universal. Solo a través del cumplimiento de las regulaciones establecidas en el Sanatana-dharma, el ser humano puede lograr la armonía y la prosperidad de toda la sociedad. El deber principal del ser humano, el param-dharma, es precisamente desarrollar la consciencia de que hay una fuente de donde todo emana, una fuente que controla todos los acontecimientos de  la existencia y tratar de actuar siempre en conexión con esa fuente.

Esa conexión es lo que se conoce como «Bhakti-yoga«. Si desarrollamos una apropiada relación con Dios, la fuente de toda la existencia, manteniendo una actitud de servicio, humildad y rendición, todas las energías desfavorables generadas por un comportamiento inapropiado se irán purificando paulatinamente. Es solo por la gracia divina que nosotros seremos capaces de establecernos en un estilo de vida tal  que nos permita desarrollar un hábitat armonioso y  favorable para todos los seres vivos. Ese será el perfecto equilibrio.